sábado, marzo 18, 2006

Lectura recomendada

Imagina todo lo que le puede ocurrir a una persona real o ficticia en solo cinco minutos. Esa persona se ubica en una situación. Para llegar a esta situación ha debido transitar un camino de circunstancias, de acciones, de interacciones con otras personas. A partir de lo que le ocurre en estos cinco minutos se abre un abismo de nuevas posibilidades en su vida.

En estos mismos cinco minutos esa persona piensa. Reflexiona sobre lo que le está ocurriendo, sobre lo que alguien o algunos le están diciendo, sobre lo que está haciendo, sobre el tránsito circunstancial que lo ha colocado en las acciones que le ocurren en cinco minutos, sobre lo-que-viene-para-delante. En fin, toma decisiones.

Y mientras decide percibe que hay un presente y que justo al sentir la intensidad de ese presente ya no lo es y pasa a formar parte de su pasado. Ergo hay emociones que marcan su existencia sobre él o ella, según sea el caso, preferentemente a la altura de su caja toráxica.

En el mismo instante en que le ocurren cinco minutos de existencia, piensa sobre el pasado, el presente y el futuro de estos cinco minutos y se emociona con la existencia de cinco minutos, obviamente también siente. Su metabolismo se mueve en el plano de las emociones. Según sea la especificidad de aquello que le ocurre, su cabello se eriza, sus manos transpiran, su corazón se acelera, siente ganas de devolver hasta la primera papilla, tiemblan sus pies… qué sé yo. Tal vez simplemente su cerebro le abandona y esa persona en quien estás pensando queda profundamente dormida. Depende de cómo reacciona ante lo que le ocurre en apenas cinco minutos.

Todo esto se manifiesta en cinco minutos. ¿Puedes imaginarlo? ¿Lo tienes? Pues bien, así escribe Julio Cortazar. La poesía de sus narraciones deambula coherentemente en estos cuatro planos… Y hay un enigma que supongo hace la magia de sus libros. Pareciera que nunca se devela la dinámica que impone movimiento a sus relatos. Todo ocurre, todo se extiende ahí a la vista del lector hembra con la precisión de un tornado diseñado con las más avanzadas técnicas de la ingeniería moderna y ahí está la pluma asertiva del escritor para hacerlo manifiesto.