martes, agosto 23, 2005

Un destello proviene del mar

Al medio día del lunes 22 de agosto un millar de pescadores artesanales de la zona sur austral de Chile sorprendieron las calles céntricas de la ciudad de Valdivia. A través de una marcha pacífica, se manifestaron acompañados por sus esposas e hijos en defensa de su fuente de ingresos. Se manifestaron en rechazo a la instalación de un ducto que transporte hacia el mar en el que ellos trabajan, los agentes contaminantes líquidos de la Planta Celulosa Valdivia. Se manifestaron en abierto y franco rechazo a la opción por el gran capital financiero que ha adoptado Ricardo Lagos Escobar.

Mientras participaba del acto central que se celebró en la Plaza de La República, caí en la cuenta de que esta era una movilización distinta a las que habíamos visto y en las que habíamos participado hasta ahora con ocasión del desastre medioambiental provocado por la celulosa. Distinta porque remite a la lógica de la (auto) defensa corporativa, la que después de la epopeya de Mehuin no se había vuelto a manifestar ni a relevar por sí misma, eclipsada tras la tragedia de los cisnes.

También distinta porque la voz de los pescadores es la del hombre de trabajo: sencilla y directa. Porque no se hace la lesa y lo que tenga qué decir lo larga sin medias tintas, con todas sus letras.

Distinta por el contenido fuertemente político de las intervenciones. Por primera vez en estos meses de lucha por la preservación del medioambiente, los oradores plantean abiertamente la sospechosa y vergonzosa conexión existente entre poderosos grupos económicos y los políticos de cuello y corbata que vienen hasta tu propia casa a decir que es muy justo arrojar veneno a tus aguas.

Llega el factor humano y se releva en las calles por sí mismo. Pueda ser que esta oportunidad no se desperdicie en manos de dirigentes gremiales cuyo desempeño ha sido puesto en tela de juicio por parte de sus mismos representados.

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