Mala cosa es esto de dos países vecinos peleandose por la pater potestad de un elemento compartido de sus culturas materiales. El pisco. Que si es peruano. Que no lo es. Que si es chileno. Que no lo es.
¡Qué diablos! En ambos países se produce y en ambos países se consume, y ya. Lo que al parecer nadie puede afirmar con absoluta certeza es cual de ambos países es la vertiente y cual es el receptor en este caso de transculturización (¿asimétrico?).
Yo creo que hay algo perverso en esta discusión que se ha dado respecto del origen del pisco. Y es que lo que se busca es fijar derechos de propiedad intelectual sobre la producción cultural. ¿Se fijan? Es como la idea de Microsoft de hacer una interfase en mapudungun; ¡para por esa vía poder apoderase de los derechos de autor sobre la lengua mapuche!
Pero ya que la tentación es grande, vamos al sentido práctico de la cuestión. El Perú tiene todavía que esperar un año antes de que se certifiquen sus derechos de autor. Por lo demás en una organización internacional que agrupa a poco más de una veintena de países; la mayoría de los cuales son de economías pequeñas. En esta organización, habiendo presencia de economías grandes, ellas corresponden a países con los cuales Chile posee tratados de libre comercio. Además no hay que olvidar que Chile posee mayores volumenes de producción y venta de pisco que el Perú -uno a diez, según la estadística-. Ergo: a moverse rápido, cabritos, en función de hacer valer las palabras empeñadas.
Lo que debiera venir en adelante para Chile es profundizar la agresividad de su inversión en marketing a nivel internacional. Inversores chilenos han estado trabajando en los últimos años para posicionar la marca y el pisco chileno en mercados internacionales; pero se critica y hasta se autocritica, de que esta inversión hasta ahora ha sido conservadora. Se requiere mucho más, si se quiere obtener que los consumidores internacionales (especialmente los residentes del países del emisferio norte) recononozcan el pisco chileno como hoy reconocen el tequila mexicano.
A lo anterior, sumar un fuerte trabajo en el posicionamiento de marca y lobby con los países que hoy podrían reconocer el origen peruano del pisco.
Para que estas cosas se puedan realizar, será necesaria la participación público-privada. En realidad, más pública que privada. De seguro, veremos la instalación a través de CORFO, de instrumentos de fomento productivo en los ámbitos de la comercialización internacional. Puede ser también que veamos asociada a los mismos el desarrollo de nuevo productos de la banca financiera local. Todo aquello concertado y mandatado desde los nodos de poder del gobierno central... ¿Y la sociedad de libre mercado? Muy bien, gracias.
En el campo de la polìtica local, la DC se juega de alguna manera su sobrevida. Mal que mal, ellos son los que instalaron en Chile la Cooperativa Campesina como forma de organización empresarial comercial pensada como agente de desarrollo local. Y es en este campo en el que algo de DC aún sobrevive, en un desolador cuadro de pérdida de puntos porcentuales en la estadística electoral.
Es bueno el escenario. Pondrá en evidencia la calidad de las negociaciones que a la fecha Chile ha sostenido y firmado con aquellos países.
Es malo el escenario. Chile continúa en su desesperada carrera por la desacreditación en el vecindario de los países latinoamericanos.
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