miércoles, noviembre 09, 2005

La Frontera

Durante las últimas semanas he tenido la oportunidad de conocer algo mejor la comuna de Panguipulli. Especialmente en lo que dice relación con sus sectores rurales y las dinámicas económicas que en ella se operan. Es cierto que mi llegada a esta zona tiene más bien que ver con un ejercicio de rescate patrimonial –al que dedicaré algunos post más adelante, una vez que haya avanzado algunos tramos en la trascripción de entrevistas y en la sistematización de información-. Por lo pronto no puedes evitar mirar las cosas con el prisma que la autoformación te ha forjado en los últimos años.

Mi amigo Victor habló con certeza cuando hace unos meses atrás nos señalaba alrededor de una mesa que estábamos parados sobre el límite de la depredación de los recursos naturales. Claro que él planteó esa sentencia sobre la base de su lectura crítica del conflicto desatado por el ataque de CELCO hacia la población de la Provincia de Valdivia. Pero es aquí, en Panguipulli, en dónde sus palabras me han hecho más sentido.

Los paisajes de la comuna son imponentes en montañas, en lagos, en ríos y en volcanes. La zona es muy rica todavía en árboles nativos. Claro, es que la topografía es tan accidentada que difícilmente se puede realizar la explotación del nativo de manera rentable. Lo que no quiere decir que no existan empresas forestales funcionando en la zona cordillerana. Tal es el caso de la Neltume Carrananco.

Cuando a diario escuchas sobre la amenaza latente de la escasez del agua en los próximos años, resulta que esta zona es tan rica en el recurso que hasta las vertientes se desbordan por zonas urbanas de reciente construcción, Sí, señor, no es extraño encontrar en las calles más recientes de Panguipulli senderitos de agua cristalina que corren calles abajo; y si bien se ha canalizado a la hora de construir los barrios, la generosidad del agua es tanta que desborda y supera esas obras –amén del hecho de que es muy probable de que la canalización se haya hecho economizando recursos, práctica habitual en la historia de la construcción de obras de ingeniería en nuestro Chile querido-.

Y si de proyectos de ingeniería custionables se trata ahí está el proyecto de Endesa de levantar cuatro represas en esta zona. ¡Cuatro represas! Precisamente con espanto me decía hoy un doctor muy conocido de esta comuna: “linda manera se les ha ocurrido a estos de inaugurar la Nueva Región de Los Ríos, con cuatro represas; en dónde tienen la cabeza?”.

Ya lo decía hace unas semanas atrás, aquello de que hay aquí también una rica diversidad de oficios artesanales con un sello particular. Toda ella con problemas de sobrevida en los meses de invierno.

Todo este panorama explica el que figuras tan poderosas corran a levantar candidaturas a diputados y senadores en la región en este año. Una antropóloga se lo preguntaba ayer a un grupo de dirigentes mapuches a quienes da asistencia técnica en la formulación de un Plan Territorial de Desarrollo: “Piensen ustedes ¿Para qué alguien como Frei quiere ser senador electo si ya es senador designado?”. Nada en sus desempeños históricos permite pensar que vengan a realizar la buena acción del día, que vengan en la idea de solucionar los problemas más sentidos de la población en una perspectiva de desarrollo sustentable y respetuosa de la diversidad cultural existente.

Es claro que los Frei, los Escalona y los Allamand no vienen a otra cosa que no sea servirse de las bondades de esta zona. Ellos vienen a abrir la frontera de la depredación. Ya saciados de los bosques y las aguas que hubo en regiones más al norte, para ellos ha llegado el turno de la X Región de Los Lagos de alimentar el vergonzoso mapa de la extrema riqueza en Chile.

De estas cosas debiéramos ponernos a conversar más a menudo. Y es que si no, la vida se nos va en ello.

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