Ayer viernes 11 se dio inicio oficial y legalmente al período de campaña por las elecciones presidenciales y parlamentarias. No tengo idea que habrán dicho los medios al respecto. Entre el terreno que realizo en estos días en Panguipulli y el viaje de regreso a mi casa por algunas horas para estar con mi esposa, no he tenido tiempo de revisar las páginas de los medios en Internet –mencioné alguna vez que en mi casa nos hemos negado a comprar un televisor (¿?)-.
Mientras caminaba hacia la casa de la Marcela, mientras a cada paso la voz de Piñera se apagaba afortunadamente... Dejé dos reflexiones reposando en la esquina de Freire. Una es sentir que la puesta por la frontera va en serio; agua, energía y recursos madereros a granel para los muñecos del diablo. La segunda es percibir cuanto avanza el proyecto de la derecha en nuestro país.
Mal que mal el territorio de Panguipulli es referencial en la historia de la izquierda chilena. Por el complejo maderero forestal y por la guerrilla del ’81.Y aquí tenemos un signo de la derrota que señalan los surdos. Piñera puede no salir electo, y qué si lo sea, nadie lo priva del placer de evangelizar sobre el futuro esplendor neoliberal en plena plaza de Panguipulli. Total la obra que propone no recaerá en sus manos, sino en las del senador de los megaproyectos, el mismo que no tuvo asco en arruinar el Alto Bio Bio ni tuvo asco en arrojar una planta de celulosa en los patios de la gente humilde de la Provincia de Valdivia. De seguro tampoco tendrá asco en instalar cuatro centrales hidroeléctricas sobre una falla geológica de 1.400 kilómetros de extensión. Flor de candidatos.
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