martes, marzo 08, 2005

Nuestros sueños y empeños no han muerto

Hoy a medio día una parte importante del pueblo de Chile despidió a Gladys Marín de este mundo. El mismo pueblo que hace algunas semanas atrás repudiaba y arrojaba huevos a uno de los más importantes y detestables asesinos de los últimos treinta años en Chile, hoy cálido y cariñoso arrojó claveles y rosas rojas al paso de su féretro.

La oportunidad de hacer una acto de constricción por parte de sus adversarios y sus enemigos polìticos no ha sido desaprovechada. Especial atención me merece ese intento de "lavarse la cara" que han hecho los partidarios de Pinochet al asistir a su velorio y colocar cuñas en la prensa en las que se celebra su coherencia y consecuencia polìtica.

Ya no más ésa mujer militante que se despidió mirándonos a los ojos y hablándonos con la frente en alto. Gladys Marín encarna una parte de lo mejor que ha dado esta tierra nuestra en el empeño de la humanidad por superar las trabas y vicios del capitalismo. Su figura se alza a la altura de l@s grandes que han dado la mitad más uno de sus vidas por avanzar a pasos de gigante en la evolución de la humanidad.

En su nombre debiéramos rendir honores cada una de las Gladys Marines que hasta el día de hoy habitan en nuestras poblaciones, en nuestras fábricas y faenas y en nuestros centros de estudios. Gladys ocupando una posición de avanzada, fue una más en la enorme columna de luchador@s sociales que dieron sacrificios enormes por recuperar la democracia para nuestro país. Sin duda, una luchadora de excepción. Y en la memoria ha de ser una más de la muchas mujeres que continúan dando peleas ejemplares por alcanzar la dignidad, la felicidad y el respeto al ser humano.

Las diversas organizaciones políticas que integran la izquierda chilena hoy tienen una buena oportunidad. En los homenajes que se le rindan a Gladys, ahí está la posibilidad de recomponer la mística interna de las colectividades –especialmente entre sus estructuras más jóvenes-. Evidentemente, esto debiera ser una necesidad más sentida y la oportunidad debiera dibujarse con mayor claridad para el partido en el que ella militaba.

Pero ante todo y contra todo hay que darle pelea a la idea de que "con ella se muere una parte importante de la historia política de nuestro país". Nada de eso. Ese lugar común que se ha inventado en los últimos días la prensa oficialista tanto del poder polìtico como del empresarial, tiene la intencionalidad no declarada de invalidar a todos aquellos que continuan luchando y buscando nuevos caminos por la superación de la humanidad. Además la necesidad de heredarles en vida a los hombres y mujeres de nuestra tierra la oportunidad de decidir por sí mismos el tipo de sociedad en el que quieran vivir, no puede darse por muerta si no hemos llegado ni a la antesala de esa tarea.
En memoria de seres humanos extraordinarios como Gladys Marín y como Julio Huentecura es que nuestros empeños, nuestros anhelos y nuestros sueños continuan en pie. Con la esperanza intacta ¡Honor y gloria para ellos! ¡Honor y gloria para nuestro pueblo! .

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